Imagen 1 de la colección Aírefajla (realizada por mi, ante las dudas) Suelo de la zona de columnas del Patio de Santa Isabel de la Aljafería (Zaragoza).
El conjunto arquitectónico de la Aljafería no se puede estudiar de forma separada del arte que en quedaba reflejado por los diferentes dueños que ha tenido; por esto hay que dedicar un apartado específico al arte para tener una comprensión más completa de lo ocurrido en este lugar históricamente.
La Aljafería es un palacio islámico del siglo XI que fue el palacio más importante, en su época, de la España musulmana comparable con la Mezquita de Córdoba y Medinat al Zahra, la Giralda y los Reales Alcázares de Sevilla y la Alhambra y el Generalife de Granada.
El resumen de los cuatro primeros siglos de vida de la Aljafería serían: en la taifa de Zaragoza se realizó, durante la segunda mitad del siglo XI, un maravilloso castillo árabe que parecía un fuerte de forma cuadrada con un estilo que pone de manifiesto una prolijidad casi barroca con pórticos sostenidos por finas columnas de material reutilizado que formaban un encaje y creaban un entrecruce de arcos con estanques y canalizaciones de agua (dada la importancia del agua en la cultura musulmana); el bello oratorio refleja la evolución del arte morisco.
El palacio se puede considerar un símbolo recuperado, lo que ha dado un conjunto monumental sobresaliente en magnitud y trascendencia de la trayectoria histórico-artística aragonesa al ser la plasmación material de la vida de un pueblo unido a un largo proceso de restauraciones poco afortunadas aunque en junio de 1931 fue declarado Monumento Nacional de Interés Histórico-Artístico y en 2001 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) dentro del conjunto del Mudéjar Aragonés, siendo el palacio una pieza excepcional de este.
Primero se puede estudiar la fortificación exterior.
La Aljafería es un palacio-castillo que se levanta al oeste de la ciudad de Zaragoza y fuera del recinto amurallado que esta tenía, se encontraba en un terreno llano rodeado de acequias y huertas sin tener ningún tipo de defensa, por lo que (dentro de la península) sólo es comparable al alcázar de los abbadíes en Sevilla. La Aljafería fue el lugar de recreo de los reyes islámicos que vivían en el interior de la capital de la taifa en el palacio que se denominó Zuda o Azuda.
La muralla musulmana delimitaba la planta cuadrada del palacio que era un tapial reforzado por diecisiete torreones ultra-semicirculares y otro rectangular (en el frente norte) conocido como “Torre del Trovador” o “Torre del Homenaje”, estaba creada para la defensa de ataques de los enemigos y para separar el mundo plebeyo y vulgar que rodeaba el edificio del mundo culto y refinado de la corte, de esta muralla queda algún resto en la base (que permitió a Íñiguez crear el alzado de la que se puede observar en la actualidad) y la actual la evoca, con piedra sillar, caliza de color blanco-grisáceo y ladrillos a cara vista para los remates de almenas y merlones.
La portada de ingreso descentra el eje de simetría de la fachada (fue remodelada por Íñiguez) y está compuesta por un arco de herradura con doble rosca descentrada que producen un efecto visual de arquillos apuntados de un tamaño menor y una galería de arcos carpaneles doblados.
La torre del Trovador es la parte arquitectónico de mayor antigüedad conservada, es de planta rectangular, edificada en la parte inferior con sillares de alabastro y en la superior con hormigón de yeso, cal y ladrillo; en el exterior no se aprecia la división en pisos viéndose un bloque macizo de clara imagen militar, dentro de la torre hay cinco plantas (las tres primeras de época musulmana y las dos más altas del momento cristiano) que, durante la estancia del Tribunal de la Santa Inquisición (1486), fueron utilizadas como cárcel, en la primera planta se accede a un aljibe que aseguraba el agua de forma constante.
El foso de circunvalación, en el exterior, es de la época de Felipe II para evitar revueltas popilares; se encomendaron obras a Tiburcio Spanochi como adosar a los lienzos de la muralla habitáculos pequeños para alojar soldados y cometidos de segundo orden, añadir un camino de ronda (que se encontraba protegido por un muro bajo) y un foso impresionante de 400 metros de longitud y 20 metros de ancho y dos puentes levadizos.
El conjunto de cuarteles del siglo XVI, en la parte occidental, son de carácter militar que dan sobriedad al conjunto que se iban añadiendo en el siglo XVIII con el reinado de Carlos III, eran bloques que se disponían en torno a un patio de armas sencillo, práctico y racionalista. Con los destrozos que sufrió durante Los Sitios en la Guerra de la Independencia se colocó en las esquinas de los cuarteles cuatro torreones neogóticos de los cuales quedan dos.
Las construcciones medievales son siete.
El patio de San Martín que se reconstruyó al situarse las Cortes de Aragón en el palacio, los arquitectos Luis Franco Lahoz y Mariano Pemán Gavín intentaron ser respetuosos con el monumento pero incluyendo corrientes estéticas de la arquitectura del momento (1985-1987), cambiaron el patio para que quedara como una plaza que tenía en un lateral un edificio nuevo que tiene la sede del Parlamento Autónomo Aragonés.
La capilla de San Martín fue rehabilitada como biblioteca de las Cortes de Aragón (función que no tiene en la actualidad dado que es fondo del archivo de las Cortes), está remodelada por los arquitectos Franco, Pemán y Pérez Latorre pero fue una reforma que hicieron los reyes cristianos y pertenece a la época, entre los siglos XII a XIV, de obras como la alcoba de Santa Isabel, la capilla de San Jorge (desaparecida), las arquetas laterales del patio de Santa Isabel y las salas con alfarjes del palacio de Pedro IV, ejemplos de gran importancia para el arte mudéjar aragonés; el interior de la capilla son dos naves de tres tramos separados por pilares cruciformes que cubren bóvedas de crucería simple a los que se le añadieron los escudos de barras de la monarquía aragonesa; en el exterior la portada mudéjar de ladrillo destaca en el conjunto.
El palacio taifal del siglo XI es lo más destacable del conjunto que le da una particularidad especial a la Aljafería, construido por el segundo monarca de la dinastía Banu Hud llamado Ahmad abu Ya´far ibn Sulayman cuya parte de su nombre Ya´far fue derivando por una evolución fonética-lingüística en al-Yafariyya, Aliafaria y, al final, Jafería o Aljafería, establecido así en la segunda mitad del siglo XV; fue definido como Qasr al-Suru que significa Palacio de la Alegría (algo recomendable porque surgió como un lugar lúdico y de regocijo para los moradores de este lugar) que fue marco de reuniones de una corte compuesta por artistas, científicos, filósofos e intelectuales de los que el rey se rodeaba; Ahmad abu Ya´far ibn Sulayman reconquisto Barbastro en 1065, un hecho de gran importancia y que coincidió con los años de mayor éxito de su reinado consolidando su poder y uniendo la taifa (en peligro por los deseos de lograrla de su hermano Yusuf que dirigía la de Lérida); en el alcázar parecen inscripciones de que es conmemorativo de la victoria y la gloria de su mentor, un buen ejemplo son los versos que citan: ¡Oh, palacio de la alegría! ¡Oh, sala de oro! / Gracias a vosotros logré el colmo de mi anhelo. / Y aunque no tuviera otra cosa mi reino, / para mí sois cuanto pudiera ansiar.; este patio es un claro ejemplo de las relaciones con la arquitectura norteafricana y oriental.
Las salas del pórtico norte son estancias de estructura tripartita, un gran salón rectangular y dos aposentos laterales que podían ser alcobas privadas que han perdido la yesería de época de la corte de Abu Ya´far, pero quedan pequeños fragmentos originales que permiten recomponer parcialmente la ornamentación por la repetición de la decoración islámica, en los extremos se ve el primer ejemplo de arcos mixtilíneos con función constructiva; también hay un pórtico de disposición tripartita constituido mediante amplias arquerías polilobuladas que se prolongan como si de dos alas se tratara; es la distribución típica de la arquitectura musulmana que crea ámbitos espaciales con arcos multiplicados de forma armoniosa que sirven de pantallas visuales que dan un arte sensual en el que importa, sobre todo, la apariencia y el impacto visual.
El oratorio o mezquita es la pieza de excepción del conjunto, situada en la parte orienta del pórtico norte es una excelente muestra del virtuosismo de sus artífices, la portada se abre en forma de herradura, en el interior es un espacio octogonal, intimista y oscuro con el mihrab orientado hacia el sureste (La Meca), con una primera planta de arcos mixtilíneos entrelazados que lo separa de la segunda con un friso de grafías con caracteres cúficos que reproducen suras, el segundo piso es la forma de iluminar el oratorio con celosías que permiten la entrada de luz natural y está todo ricamente decorado con pinturas de gran interés que muestran trazados geométricos, vegetales y caligráficos en tonos contrastados, la cúpula actual está diseñada por Íñiguez dado que la original desapareció al realizar el primer piso los Reyes Católicos.
El patio de Santa Isabel es el elemento que unifica el palacio, de forma rectangular al que llegan pórticos, salas y dependencias; remodelado en los últimos años por Ángel Peropadre, se ha recubierto el suelo con placas de mármol blanco y se ha recuperado su disposición espacial (dos pórticos, una fuente y dos albercas), que crean un juego muy interesante de luces y sombras, más si se une con el sonido del agua corriendo por los canales y el aroma de los naranjos; se llega a estar en un mundo mágico (que recuerda al del momento que fue creado, al de los mejores tiempos de Medinat al Zahra o la Alhambra o a un pasaje de Las mil y una noches) apartado del exterior por los sólidos y herméticos muros que lo guardan.
Las salas del pórtico sur tenían una estructura tripartita (salón central y dos alcobas laterales) alteradas en la Baja Edad Media cuando se mandó construir la capilla de San Jorge que se mandó demoler en la segunda mitad del siglo XIX (que también hizo que desaparecieran, esta demolición decimonónica, áreas próximas), por esto, durante la restauración de Íñiguez se realizaron copias fidedignas de los arcos que son un importante juego decorativo.
El palacio nuevo o de los Reyes Católicos fue alzado en el final del siglo XV sobre el ala norte del recinto islámico, una segunda planta sobre la primera taifal como símbolo de superioridad por parte de los cristianos frente a la fe y al poder de al-Ándalus, pero los reyes cristianos solicitaron maestros mudéjares para la decoración de las salas en las que se unen tendencias góticas, renacentistas y mudéjares en lo conocido como estilo Reyes Católicos del que estas estancias son el mejor ejemplo en Aragón.
La escalera noble o de gala comunica el patio musulmán con la segunda planta en un estilo grandioso a la par que monumental en dos tramos, con yeserías caladas y ventanales que la iluminan de forma natural; aunque es igual de destacable su techumbre o cubrición, bovedillas de revoltón pintadas al temple en las que destacan y se repiten los símbolos del yugo y las flechas (símbolos del matrimonio entre Fernando e Isabel).
La galería o corredor comunica las habitaciones con el palacio real tras subir la escalera, es una galería que cubre sus espacios con bovedillas de revoltón con relieves; la entrada principal al salón del trono destaca por el arco rebajado trilobulado y un tímpano donde se representan dos leones, el escudo real con todos los emblemas de los reinos peninsulares (incluido el de Granada) y dos amplios ventanales.
Las salas de los pasos perdidos pertenecen al recorrido protocolario ya que eran lugares de espera para los que iban a ser recibidos por los monarcas; son salas de planta cuadrada, con gran atractivo y relevancia artística, interesantes solerías, azulejos de Muel en el suelo y magníficas techumbres con taujeles que unen elementos decorativos de lacerías mudéjares, escudos heráldicos y florones de hojarasca de los que cuelgan piñas pinjantes.
El salón del Trono es una gran sala centralizada en la composición del espacio palaciego, creada como escenario de actos y ceremonias cortesanas con 20 metros de longitud y 8 metros de anchura, con muros sin decoración salvo vanos de iluminación que se engalanaban en las ocasiones importantes, en el lado norte hay dos pequeñas estancias que tenían carácter privado y son conocidas como sala de las deliberaciones y la alcoba de Santa Isabel (de esta última destaca su techo pintado); lo más espectacular del conjunto es el artesonado que corona el salón, la techumbre se encuentra sustentada por vigas y traviesas realizadas en madera; el techo tiene su reflejo en la solería que luce que está integrada por losetillas de barro que imitan cuadrados y octógonos del artesanado junto a piezas de azulejería y con decoración que reproduce elementos geométricos y vegetales de forma muy esquemática; bajo esto está una galería de arcos conopiales para que los invitados asistieran a contemplar las sesiones dadas en el piso inferior (es una zona que, en la actualidad, los arquitectos han desaconsejado que se pase por allí porque el acceso está en muy mal estado); bajo esto se encuentra una inscripción latina en caracteres góticos que resume la simbología del palacio de los Reyes Católicos con la fecha de 1492 (conquista del reino nazarí de Granada y llegada a Las Indias -América-) que se repite dos veces y dice: Fernando, rey de las Españas, Sicilia, Córcega y Baleares, el mejor de los príncipes, prudente, valeroso, piadoso, constante, justo, feliz, e Isabel, reina, sobre toda mujer por la piedad y grandeza de espíritu, insignes esposos victoriosísimos con la ayuda de Cristo, después de liberar Andalucía de los moros, expulsando el antiguo y fiero enemigo, cuidaron de hacer construir esta obra, en el año de la Salvación de 1492; hay inscripciones parecidas bajo los taujeles de las salas de pasos perdidos con menor extensión.
Como fortaleza y acuartelamiento, a partir de 1593, se transformó la Aljafería en una ciudadela moderna o fuerte dotando al recinto de varios elementos.
Las murallas exteriores con baluartes pentagonales en las esquinas y un foso con paredes en ligero talud con puentes levadizos. Con esto se pretendía manifestar la autoridad real frente a las reivindicaciones forales de la población aragonesa e intentar frenar revueltas de los zaragozanos.
Las intervenciones para la adaptación como acuartelamiento de los siglos XVIII y XIX fueron profundas y todavía se conservan bloques de las construcciones llevadas a cabo en el reinado de Carlos III y dos de los cuatro torreones neogóticos levantados en época de Isabel II.
Las Cortes de Aragón se instalaron en el palacio a partir de 1987, en el ala sur y su prolongación en el patio occidental junto a la capilla de San Martín en la que se ubicó la Biblioteca del Parlamento (en la actualidad no se encuentra allí). Con todo esto se ha revalorizado el conjunto más importante del Patrimonio Arquitectónico regional.
La nueva edificación (se accede por el patio de San Martín y la Sala Goya) es una pieza independiente que respeta el monumento con grandes espacios de circulación iluminados de forma cenital en donde se unen la modernidad y los restos utilizando las antiguas murallas como paredes de salas de juntas, de pasillos,… e integrando restos arqueológicos en zonas de uso común protegidas.
La Aljafería es un palacio islámico del siglo XI que fue el palacio más importante, en su época, de la España musulmana comparable con la Mezquita de Córdoba y Medinat al Zahra, la Giralda y los Reales Alcázares de Sevilla y la Alhambra y el Generalife de Granada.
El resumen de los cuatro primeros siglos de vida de la Aljafería serían: en la taifa de Zaragoza se realizó, durante la segunda mitad del siglo XI, un maravilloso castillo árabe que parecía un fuerte de forma cuadrada con un estilo que pone de manifiesto una prolijidad casi barroca con pórticos sostenidos por finas columnas de material reutilizado que formaban un encaje y creaban un entrecruce de arcos con estanques y canalizaciones de agua (dada la importancia del agua en la cultura musulmana); el bello oratorio refleja la evolución del arte morisco.
El palacio se puede considerar un símbolo recuperado, lo que ha dado un conjunto monumental sobresaliente en magnitud y trascendencia de la trayectoria histórico-artística aragonesa al ser la plasmación material de la vida de un pueblo unido a un largo proceso de restauraciones poco afortunadas aunque en junio de 1931 fue declarado Monumento Nacional de Interés Histórico-Artístico y en 2001 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) dentro del conjunto del Mudéjar Aragonés, siendo el palacio una pieza excepcional de este.
Primero se puede estudiar la fortificación exterior.
La Aljafería es un palacio-castillo que se levanta al oeste de la ciudad de Zaragoza y fuera del recinto amurallado que esta tenía, se encontraba en un terreno llano rodeado de acequias y huertas sin tener ningún tipo de defensa, por lo que (dentro de la península) sólo es comparable al alcázar de los abbadíes en Sevilla. La Aljafería fue el lugar de recreo de los reyes islámicos que vivían en el interior de la capital de la taifa en el palacio que se denominó Zuda o Azuda.
La muralla musulmana delimitaba la planta cuadrada del palacio que era un tapial reforzado por diecisiete torreones ultra-semicirculares y otro rectangular (en el frente norte) conocido como “Torre del Trovador” o “Torre del Homenaje”, estaba creada para la defensa de ataques de los enemigos y para separar el mundo plebeyo y vulgar que rodeaba el edificio del mundo culto y refinado de la corte, de esta muralla queda algún resto en la base (que permitió a Íñiguez crear el alzado de la que se puede observar en la actualidad) y la actual la evoca, con piedra sillar, caliza de color blanco-grisáceo y ladrillos a cara vista para los remates de almenas y merlones.
La portada de ingreso descentra el eje de simetría de la fachada (fue remodelada por Íñiguez) y está compuesta por un arco de herradura con doble rosca descentrada que producen un efecto visual de arquillos apuntados de un tamaño menor y una galería de arcos carpaneles doblados.
La torre del Trovador es la parte arquitectónico de mayor antigüedad conservada, es de planta rectangular, edificada en la parte inferior con sillares de alabastro y en la superior con hormigón de yeso, cal y ladrillo; en el exterior no se aprecia la división en pisos viéndose un bloque macizo de clara imagen militar, dentro de la torre hay cinco plantas (las tres primeras de época musulmana y las dos más altas del momento cristiano) que, durante la estancia del Tribunal de la Santa Inquisición (1486), fueron utilizadas como cárcel, en la primera planta se accede a un aljibe que aseguraba el agua de forma constante.
El foso de circunvalación, en el exterior, es de la época de Felipe II para evitar revueltas popilares; se encomendaron obras a Tiburcio Spanochi como adosar a los lienzos de la muralla habitáculos pequeños para alojar soldados y cometidos de segundo orden, añadir un camino de ronda (que se encontraba protegido por un muro bajo) y un foso impresionante de 400 metros de longitud y 20 metros de ancho y dos puentes levadizos.
El conjunto de cuarteles del siglo XVI, en la parte occidental, son de carácter militar que dan sobriedad al conjunto que se iban añadiendo en el siglo XVIII con el reinado de Carlos III, eran bloques que se disponían en torno a un patio de armas sencillo, práctico y racionalista. Con los destrozos que sufrió durante Los Sitios en la Guerra de la Independencia se colocó en las esquinas de los cuarteles cuatro torreones neogóticos de los cuales quedan dos.
Las construcciones medievales son siete.
El patio de San Martín que se reconstruyó al situarse las Cortes de Aragón en el palacio, los arquitectos Luis Franco Lahoz y Mariano Pemán Gavín intentaron ser respetuosos con el monumento pero incluyendo corrientes estéticas de la arquitectura del momento (1985-1987), cambiaron el patio para que quedara como una plaza que tenía en un lateral un edificio nuevo que tiene la sede del Parlamento Autónomo Aragonés.
La capilla de San Martín fue rehabilitada como biblioteca de las Cortes de Aragón (función que no tiene en la actualidad dado que es fondo del archivo de las Cortes), está remodelada por los arquitectos Franco, Pemán y Pérez Latorre pero fue una reforma que hicieron los reyes cristianos y pertenece a la época, entre los siglos XII a XIV, de obras como la alcoba de Santa Isabel, la capilla de San Jorge (desaparecida), las arquetas laterales del patio de Santa Isabel y las salas con alfarjes del palacio de Pedro IV, ejemplos de gran importancia para el arte mudéjar aragonés; el interior de la capilla son dos naves de tres tramos separados por pilares cruciformes que cubren bóvedas de crucería simple a los que se le añadieron los escudos de barras de la monarquía aragonesa; en el exterior la portada mudéjar de ladrillo destaca en el conjunto.
El palacio taifal del siglo XI es lo más destacable del conjunto que le da una particularidad especial a la Aljafería, construido por el segundo monarca de la dinastía Banu Hud llamado Ahmad abu Ya´far ibn Sulayman cuya parte de su nombre Ya´far fue derivando por una evolución fonética-lingüística en al-Yafariyya, Aliafaria y, al final, Jafería o Aljafería, establecido así en la segunda mitad del siglo XV; fue definido como Qasr al-Suru que significa Palacio de la Alegría (algo recomendable porque surgió como un lugar lúdico y de regocijo para los moradores de este lugar) que fue marco de reuniones de una corte compuesta por artistas, científicos, filósofos e intelectuales de los que el rey se rodeaba; Ahmad abu Ya´far ibn Sulayman reconquisto Barbastro en 1065, un hecho de gran importancia y que coincidió con los años de mayor éxito de su reinado consolidando su poder y uniendo la taifa (en peligro por los deseos de lograrla de su hermano Yusuf que dirigía la de Lérida); en el alcázar parecen inscripciones de que es conmemorativo de la victoria y la gloria de su mentor, un buen ejemplo son los versos que citan: ¡Oh, palacio de la alegría! ¡Oh, sala de oro! / Gracias a vosotros logré el colmo de mi anhelo. / Y aunque no tuviera otra cosa mi reino, / para mí sois cuanto pudiera ansiar.; este patio es un claro ejemplo de las relaciones con la arquitectura norteafricana y oriental.
Las salas del pórtico norte son estancias de estructura tripartita, un gran salón rectangular y dos aposentos laterales que podían ser alcobas privadas que han perdido la yesería de época de la corte de Abu Ya´far, pero quedan pequeños fragmentos originales que permiten recomponer parcialmente la ornamentación por la repetición de la decoración islámica, en los extremos se ve el primer ejemplo de arcos mixtilíneos con función constructiva; también hay un pórtico de disposición tripartita constituido mediante amplias arquerías polilobuladas que se prolongan como si de dos alas se tratara; es la distribución típica de la arquitectura musulmana que crea ámbitos espaciales con arcos multiplicados de forma armoniosa que sirven de pantallas visuales que dan un arte sensual en el que importa, sobre todo, la apariencia y el impacto visual.
El oratorio o mezquita es la pieza de excepción del conjunto, situada en la parte orienta del pórtico norte es una excelente muestra del virtuosismo de sus artífices, la portada se abre en forma de herradura, en el interior es un espacio octogonal, intimista y oscuro con el mihrab orientado hacia el sureste (La Meca), con una primera planta de arcos mixtilíneos entrelazados que lo separa de la segunda con un friso de grafías con caracteres cúficos que reproducen suras, el segundo piso es la forma de iluminar el oratorio con celosías que permiten la entrada de luz natural y está todo ricamente decorado con pinturas de gran interés que muestran trazados geométricos, vegetales y caligráficos en tonos contrastados, la cúpula actual está diseñada por Íñiguez dado que la original desapareció al realizar el primer piso los Reyes Católicos.
El patio de Santa Isabel es el elemento que unifica el palacio, de forma rectangular al que llegan pórticos, salas y dependencias; remodelado en los últimos años por Ángel Peropadre, se ha recubierto el suelo con placas de mármol blanco y se ha recuperado su disposición espacial (dos pórticos, una fuente y dos albercas), que crean un juego muy interesante de luces y sombras, más si se une con el sonido del agua corriendo por los canales y el aroma de los naranjos; se llega a estar en un mundo mágico (que recuerda al del momento que fue creado, al de los mejores tiempos de Medinat al Zahra o la Alhambra o a un pasaje de Las mil y una noches) apartado del exterior por los sólidos y herméticos muros que lo guardan.
Las salas del pórtico sur tenían una estructura tripartita (salón central y dos alcobas laterales) alteradas en la Baja Edad Media cuando se mandó construir la capilla de San Jorge que se mandó demoler en la segunda mitad del siglo XIX (que también hizo que desaparecieran, esta demolición decimonónica, áreas próximas), por esto, durante la restauración de Íñiguez se realizaron copias fidedignas de los arcos que son un importante juego decorativo.
El palacio nuevo o de los Reyes Católicos fue alzado en el final del siglo XV sobre el ala norte del recinto islámico, una segunda planta sobre la primera taifal como símbolo de superioridad por parte de los cristianos frente a la fe y al poder de al-Ándalus, pero los reyes cristianos solicitaron maestros mudéjares para la decoración de las salas en las que se unen tendencias góticas, renacentistas y mudéjares en lo conocido como estilo Reyes Católicos del que estas estancias son el mejor ejemplo en Aragón.
La escalera noble o de gala comunica el patio musulmán con la segunda planta en un estilo grandioso a la par que monumental en dos tramos, con yeserías caladas y ventanales que la iluminan de forma natural; aunque es igual de destacable su techumbre o cubrición, bovedillas de revoltón pintadas al temple en las que destacan y se repiten los símbolos del yugo y las flechas (símbolos del matrimonio entre Fernando e Isabel).
La galería o corredor comunica las habitaciones con el palacio real tras subir la escalera, es una galería que cubre sus espacios con bovedillas de revoltón con relieves; la entrada principal al salón del trono destaca por el arco rebajado trilobulado y un tímpano donde se representan dos leones, el escudo real con todos los emblemas de los reinos peninsulares (incluido el de Granada) y dos amplios ventanales.
Las salas de los pasos perdidos pertenecen al recorrido protocolario ya que eran lugares de espera para los que iban a ser recibidos por los monarcas; son salas de planta cuadrada, con gran atractivo y relevancia artística, interesantes solerías, azulejos de Muel en el suelo y magníficas techumbres con taujeles que unen elementos decorativos de lacerías mudéjares, escudos heráldicos y florones de hojarasca de los que cuelgan piñas pinjantes.
El salón del Trono es una gran sala centralizada en la composición del espacio palaciego, creada como escenario de actos y ceremonias cortesanas con 20 metros de longitud y 8 metros de anchura, con muros sin decoración salvo vanos de iluminación que se engalanaban en las ocasiones importantes, en el lado norte hay dos pequeñas estancias que tenían carácter privado y son conocidas como sala de las deliberaciones y la alcoba de Santa Isabel (de esta última destaca su techo pintado); lo más espectacular del conjunto es el artesonado que corona el salón, la techumbre se encuentra sustentada por vigas y traviesas realizadas en madera; el techo tiene su reflejo en la solería que luce que está integrada por losetillas de barro que imitan cuadrados y octógonos del artesanado junto a piezas de azulejería y con decoración que reproduce elementos geométricos y vegetales de forma muy esquemática; bajo esto está una galería de arcos conopiales para que los invitados asistieran a contemplar las sesiones dadas en el piso inferior (es una zona que, en la actualidad, los arquitectos han desaconsejado que se pase por allí porque el acceso está en muy mal estado); bajo esto se encuentra una inscripción latina en caracteres góticos que resume la simbología del palacio de los Reyes Católicos con la fecha de 1492 (conquista del reino nazarí de Granada y llegada a Las Indias -América-) que se repite dos veces y dice: Fernando, rey de las Españas, Sicilia, Córcega y Baleares, el mejor de los príncipes, prudente, valeroso, piadoso, constante, justo, feliz, e Isabel, reina, sobre toda mujer por la piedad y grandeza de espíritu, insignes esposos victoriosísimos con la ayuda de Cristo, después de liberar Andalucía de los moros, expulsando el antiguo y fiero enemigo, cuidaron de hacer construir esta obra, en el año de la Salvación de 1492; hay inscripciones parecidas bajo los taujeles de las salas de pasos perdidos con menor extensión.
Como fortaleza y acuartelamiento, a partir de 1593, se transformó la Aljafería en una ciudadela moderna o fuerte dotando al recinto de varios elementos.
Las murallas exteriores con baluartes pentagonales en las esquinas y un foso con paredes en ligero talud con puentes levadizos. Con esto se pretendía manifestar la autoridad real frente a las reivindicaciones forales de la población aragonesa e intentar frenar revueltas de los zaragozanos.
Las intervenciones para la adaptación como acuartelamiento de los siglos XVIII y XIX fueron profundas y todavía se conservan bloques de las construcciones llevadas a cabo en el reinado de Carlos III y dos de los cuatro torreones neogóticos levantados en época de Isabel II.
Las Cortes de Aragón se instalaron en el palacio a partir de 1987, en el ala sur y su prolongación en el patio occidental junto a la capilla de San Martín en la que se ubicó la Biblioteca del Parlamento (en la actualidad no se encuentra allí). Con todo esto se ha revalorizado el conjunto más importante del Patrimonio Arquitectónico regional.
La nueva edificación (se accede por el patio de San Martín y la Sala Goya) es una pieza independiente que respeta el monumento con grandes espacios de circulación iluminados de forma cenital en donde se unen la modernidad y los restos utilizando las antiguas murallas como paredes de salas de juntas, de pasillos,… e integrando restos arqueológicos en zonas de uso común protegidas.