Si, aunque parezca mentira, trabajo. Aquí os dejo la primera parte, os iré poniendo las siguientes cuando pueda, que los exámenes están aquí y me persiguen.
INTRODUCCIÓN
Abu Ya´far Ahmad b. Sulayman b. Hud al-Muqtadir bi-llah, segundo soberano de la dinastía de los Banu Hud en Saraqusta, fue el fundador de la Aljafería, un edificio construido entre 1049 y 1081 como una quinta de recreo en un recinto amurallado con dieciséis torres de planta circular y, la más famosa, de forma rectangular siendo la más alta y monumental (la única que en la actualidad se puede apreciar) que encerraba una preciosa mansión que llegó a recibir honores de alcazar. Era un recinto sin precedentes en la arquitectura militar hispanomusulmana y su forma era la de un cuadrilátero de 80 x 65 metros. El nombre de Aljafería es una evolución lingüística del nombre de quien lo mandó levantar, de Ya´far, pasó a al-Ya´fariyya, luego Aljafaria y de ahí se popularizó Aljafería, el palacio de la alegria. El patio central pudo ser una representación del paraíso musulman por las albercas y los naranjos que tenía y por ser denominado por los que allí vivieron como “Palacio de la alegría” o “Casa del regocijo”, algo a lo que Al Yasur cantó en versos que dicen: «¡Oh Qasr al-Surur (palacio de la alegría), oh Salón de Oro! Gracias a vosotros he alcanzado la culminación de mis deseos. Aunque no tuviera mi reino ninguna otra cosa, serían para mí todo lo que yo pudiese anhelar».
Se encuentra en Zaragoza, es un castillo cuyos usos actuales son turísticos y sede de las Cortes de Aragón, creado en la segunda mitad del siglo XI y ampliado hasta el sigo XX, catalogado como BIC (Bien de Interés Cultural) cuyo propietario es el Ayuntamiento de Zaragoza. También tiene los títulos de Monumento Nacional de Interés Histórico-Artístico desde junio de 1931 y cuando UNESCO (Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) otorgó el título de Patrimonio de la Humanidad al conjunto artístico denominado Mudejar Aragonés se especificó este palacio como una pieza excepcional y representativa de este arte.
Este lugar es uno de los monumentos más representativos de la historia de Zaragoza del último milenio porque por él han pasado y han dejado su huella todos los acontecimientos importantes para la ciudad, pero que fuera convertido en cuartel a finales del siglo XVI lo perjudicó tanto haciendo que fuera uno de los monumentos más desconocidos de la ciudad.
La recuperación de la Aljafería comienza cuando alguien eliminó o añadió algún elemento que modificara su estructura original (en esto se incluyen todos los diferentes usos que tuvo tras ser palacio taifal, su primera función). Fue utilizado por la Corona de Aragón, por los Reyes Católicos, cuartel y por último (cuya función es la actual) recinto monumental en el cual se citan las Cortes de Aragón. La última actuación llevada a cabo en la Aljafería con idea de recuperación de este patrimonio fue la solicitada por las Cortes de Aragón en 1985 dirigida por el catedrático de Arqueología Manuel Martín Bueno.
La Aljafería puede ser el conjunto monumental más destacable del patrimonio arquitectónico aragonés y, en él, se une, de mejor o peor manera, toda la trayectoria historico - artística de Aragón desde el siglo XI. Este lugar es el resultado de un largo proceso de restauraciones y reutilizaciones en las que se dan cita la historia, el arte y la función del elemento según el momento. Por todo esto, estudiar la Aljafería es estudiar un todo, hay que estudiarlo desde diversos puntos de vista que son histórico, artístico y funcional, estudiar uno solo de estos puntos sin ver la influencia de los otros es una manera de no comprender el edificio.
El Patrimonio Cultural de Aragón es un testimonio fundamental de la trayectoria histórica aragonesa al configurar los signos de identidad del pueblo aragonés y, con ellos, logra diferenciarse; este Patrimonio Cultural de Aragón es propiedad común de toda la ciudadanía aragonesa y configura la cultura española y mediterránes; hay que preservarlo y potenciarlo para que continue siendo un modelo único y diferenciador. En este caso y para esta definición, la Aljafería es el mejor ejemplo de Patrimonio Cultural Aragonés.
La Aljafería es un magnífico ejemplo del esplendor que tuvo la taifa de Zaragoza, pero cuando, en 1118, Alfonso I tomó la ciudad ocupó la Aljafería y, tras él, comenzaron las obras que ahora hacen que este recinto sea como es. Con Jaime I empezaron las reparaciones que continuaron con Pedro III y se necesitó una intervención mayor con el monarca Jaime II (este reinó unos doscientos años después de que dejara de ser palacio taifal). Con Pedro IV continuaron las obras de recuperación y comenzaron las de remodelación al hacer con el un palacio digno para Zaragoza y para la monarquía realizando cambios en el aspecto militar (reparando torres y la muralla, acondicionando los fosos, y aprovisionándolo de armas y de municiones), en el religioso (al fundar la capilla de San Jorge y la de San Martín) y en el aspecto civil (al adquirir huertas y dominios cercanos al palacio y creando jardines en el mismo). Pero tanto Juan I, como Martín I y después Fernando I debieron seguir ocupándose de acondicionar el palacio, llegados a Alfonso V el palacio fue abandonado de su actividad constructiva hasta que en el se instaló el Santo Oficio y Fernando II remodeló la Aljafería construyendo nuevos y ricos salones, e interviniendo en la muralla y en la Torre del Homenaje. Más tarde se fortificó la Aljafería para instalar un presidio y durante el siglo XVII no se intervino aunque seguía siendo un símbolo de la ciudad, con la llegada del siglo XVIII se acondicionó como cuartel en el último tercio y con el siglo XIX y su guerra en los primeros años la Aljafería participó de forma intensa pero limitada en Los Sitios de la ciudad sufriendo considerables deterioros y, tras la campaña, fue remodelado como cuartel. Llegado el siglo XX continuó su utilización como cuartel con numerosas obras entre las que destacaron la reacomodación de las tropas y la provisión de condiciones de habitabilidad e instalaciones para estas.
Entrando en el análisis arquitectónico de la Aljafería basándose en los ciclos constructivos se parte de un núcleo menor fortificado con unos límites que no se alteraron desde su creación, en el siglo XI, hasta la mitad del siglo XIX con instalaciones exteriores que le dieron representación y prestigio. En su historia ha destacado la escasa cantidad económica que se podía adjudicar para sus reformas, por lo que se han dado sucesivos proyectos con obras parciales y reutilizando y acondicionando los espacios que había según las nuevas necesidades que surgian, así se llegó a tener un edificio de arquitectura frágil pero con gran presencia. La arquitectura estuvo constreñida por el espacio, la historia y los recursos que, todos ellos, hicieron que no se lograra una unidad en el estilo, algo que le hace excepcional. El edifico se constituye en un recinto fortificado que contiene un palacio musulmán elaborado con materiales pobres y estructuras frágiles con falsos arcos decorativos y pantallas sucesivas que componen ligeros pabellones que no soportarían los pisos que, con el tiempo, se fueron situando encima, en los siglos XIV y XV se cerraron las arquerías y se levantaron soportes para sostener el piso superior que se creaba con el palacio cristiano y se reforzaron la muralla y las torres. En el siglo XVI se construyo una fortificación en el perímetro exterior del palacio, se elvaron unos casetones, se limpió el foso y se adosaron cobertizos al muro viejo; en el siglo siguiense te amplió la alineación exterior, por esto hubo que aumentar en un tramo las tres naves de la iglesia de San Martín al igual que se colocaba un muro en la cara norte de la torre del Homenaje o Trovador, era una obra cuartelaria aunque carecía de condiciones militares que la salvaron en 1808 porque, por la debilidad que tenía, el ejército francés decidió no derribarla al no creerla peligrosa para tomarla, pero si la bombardearon. Llegados al siglo XIX se dieron nuevos proyectos con la construcción de torreones de estilo neogótico, redistribuciones internas, terraplenado definitivo del foso y proyección al exterior (algo que se hacía por primera vez). En el siglo XX comenzó, para la Aljafería, siguiendo utilizándose sus estancias para diversas funciones y creando dependencias que alteraban el alzado inicial del palacio.
En el siglo XX el proceso de restauraciones que ha sufrido la Aljafería fue, en una primera fase dirigida por Francisco Íñiguez en la zona monumental que logró la reconstitución del palacio musulmán al influir en los lados norte y este de la muralla, en la torre del Homenaje, en la iglesia de San Martín, en el palacio de los Reyes Católicos, en el patio de Santa Isabel y en el palacio medieval, destacando la labor de exploración en todo el ámbito del monumento; con esto se permitió la recuperación histórico-artística de la Aljafería islámica (según el criterio del restaurador que tuvo honradez profesional y cariño y respeto al monumento y a lo que este significaba), el trabajo fue intenso y necesario para conocer el palacio y esos resultados fueron publicados en 1962 (un hecho que inició los estudios científicos sobre el palacio y que llevará al esperado Centro de Estudios de la Aljafería). El arquitecto Ángel Peropadre realizó el vaciado del foso, que aumentó la monumentalidad del conjunto y la recuperó del aislamiento que había sufrido en los dos siglos anteriores por su uso militar. Los arquitectos Franco y Pemán combinaron restauración y rehabilitación al recuperar zonas monumentales y darles diversas funciones (como la capilla de San Martín que, durante un tiempo, fue biblioteca o los palacios árabe, cristiano y la torre del Homenaje que se utilizan en actos solemnes). En la segunda mitad del siglo XX ha habido diversas intervenciones para recuperar las manifestaciones arquitectónicas y artísticas que representan un momento histórico (de casi 1000 años) que ha sufrido este monumento que se ha convertido en un muestrario de estilos que hace difícil la elección de un criterio restaurador. En la actualidad, se han establecido en el la sede de las Cortes de Aragón y se han finalizado las obras de restauración.
Abu Ya´far Ahmad b. Sulayman b. Hud al-Muqtadir bi-llah, segundo soberano de la dinastía de los Banu Hud en Saraqusta, fue el fundador de la Aljafería, un edificio construido entre 1049 y 1081 como una quinta de recreo en un recinto amurallado con dieciséis torres de planta circular y, la más famosa, de forma rectangular siendo la más alta y monumental (la única que en la actualidad se puede apreciar) que encerraba una preciosa mansión que llegó a recibir honores de alcazar. Era un recinto sin precedentes en la arquitectura militar hispanomusulmana y su forma era la de un cuadrilátero de 80 x 65 metros. El nombre de Aljafería es una evolución lingüística del nombre de quien lo mandó levantar, de Ya´far, pasó a al-Ya´fariyya, luego Aljafaria y de ahí se popularizó Aljafería, el palacio de la alegria. El patio central pudo ser una representación del paraíso musulman por las albercas y los naranjos que tenía y por ser denominado por los que allí vivieron como “Palacio de la alegría” o “Casa del regocijo”, algo a lo que Al Yasur cantó en versos que dicen: «¡Oh Qasr al-Surur (palacio de la alegría), oh Salón de Oro! Gracias a vosotros he alcanzado la culminación de mis deseos. Aunque no tuviera mi reino ninguna otra cosa, serían para mí todo lo que yo pudiese anhelar».
Se encuentra en Zaragoza, es un castillo cuyos usos actuales son turísticos y sede de las Cortes de Aragón, creado en la segunda mitad del siglo XI y ampliado hasta el sigo XX, catalogado como BIC (Bien de Interés Cultural) cuyo propietario es el Ayuntamiento de Zaragoza. También tiene los títulos de Monumento Nacional de Interés Histórico-Artístico desde junio de 1931 y cuando UNESCO (Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) otorgó el título de Patrimonio de la Humanidad al conjunto artístico denominado Mudejar Aragonés se especificó este palacio como una pieza excepcional y representativa de este arte.
Este lugar es uno de los monumentos más representativos de la historia de Zaragoza del último milenio porque por él han pasado y han dejado su huella todos los acontecimientos importantes para la ciudad, pero que fuera convertido en cuartel a finales del siglo XVI lo perjudicó tanto haciendo que fuera uno de los monumentos más desconocidos de la ciudad.
La recuperación de la Aljafería comienza cuando alguien eliminó o añadió algún elemento que modificara su estructura original (en esto se incluyen todos los diferentes usos que tuvo tras ser palacio taifal, su primera función). Fue utilizado por la Corona de Aragón, por los Reyes Católicos, cuartel y por último (cuya función es la actual) recinto monumental en el cual se citan las Cortes de Aragón. La última actuación llevada a cabo en la Aljafería con idea de recuperación de este patrimonio fue la solicitada por las Cortes de Aragón en 1985 dirigida por el catedrático de Arqueología Manuel Martín Bueno.
La Aljafería puede ser el conjunto monumental más destacable del patrimonio arquitectónico aragonés y, en él, se une, de mejor o peor manera, toda la trayectoria historico - artística de Aragón desde el siglo XI. Este lugar es el resultado de un largo proceso de restauraciones y reutilizaciones en las que se dan cita la historia, el arte y la función del elemento según el momento. Por todo esto, estudiar la Aljafería es estudiar un todo, hay que estudiarlo desde diversos puntos de vista que son histórico, artístico y funcional, estudiar uno solo de estos puntos sin ver la influencia de los otros es una manera de no comprender el edificio.
El Patrimonio Cultural de Aragón es un testimonio fundamental de la trayectoria histórica aragonesa al configurar los signos de identidad del pueblo aragonés y, con ellos, logra diferenciarse; este Patrimonio Cultural de Aragón es propiedad común de toda la ciudadanía aragonesa y configura la cultura española y mediterránes; hay que preservarlo y potenciarlo para que continue siendo un modelo único y diferenciador. En este caso y para esta definición, la Aljafería es el mejor ejemplo de Patrimonio Cultural Aragonés.
La Aljafería es un magnífico ejemplo del esplendor que tuvo la taifa de Zaragoza, pero cuando, en 1118, Alfonso I tomó la ciudad ocupó la Aljafería y, tras él, comenzaron las obras que ahora hacen que este recinto sea como es. Con Jaime I empezaron las reparaciones que continuaron con Pedro III y se necesitó una intervención mayor con el monarca Jaime II (este reinó unos doscientos años después de que dejara de ser palacio taifal). Con Pedro IV continuaron las obras de recuperación y comenzaron las de remodelación al hacer con el un palacio digno para Zaragoza y para la monarquía realizando cambios en el aspecto militar (reparando torres y la muralla, acondicionando los fosos, y aprovisionándolo de armas y de municiones), en el religioso (al fundar la capilla de San Jorge y la de San Martín) y en el aspecto civil (al adquirir huertas y dominios cercanos al palacio y creando jardines en el mismo). Pero tanto Juan I, como Martín I y después Fernando I debieron seguir ocupándose de acondicionar el palacio, llegados a Alfonso V el palacio fue abandonado de su actividad constructiva hasta que en el se instaló el Santo Oficio y Fernando II remodeló la Aljafería construyendo nuevos y ricos salones, e interviniendo en la muralla y en la Torre del Homenaje. Más tarde se fortificó la Aljafería para instalar un presidio y durante el siglo XVII no se intervino aunque seguía siendo un símbolo de la ciudad, con la llegada del siglo XVIII se acondicionó como cuartel en el último tercio y con el siglo XIX y su guerra en los primeros años la Aljafería participó de forma intensa pero limitada en Los Sitios de la ciudad sufriendo considerables deterioros y, tras la campaña, fue remodelado como cuartel. Llegado el siglo XX continuó su utilización como cuartel con numerosas obras entre las que destacaron la reacomodación de las tropas y la provisión de condiciones de habitabilidad e instalaciones para estas.
Entrando en el análisis arquitectónico de la Aljafería basándose en los ciclos constructivos se parte de un núcleo menor fortificado con unos límites que no se alteraron desde su creación, en el siglo XI, hasta la mitad del siglo XIX con instalaciones exteriores que le dieron representación y prestigio. En su historia ha destacado la escasa cantidad económica que se podía adjudicar para sus reformas, por lo que se han dado sucesivos proyectos con obras parciales y reutilizando y acondicionando los espacios que había según las nuevas necesidades que surgian, así se llegó a tener un edificio de arquitectura frágil pero con gran presencia. La arquitectura estuvo constreñida por el espacio, la historia y los recursos que, todos ellos, hicieron que no se lograra una unidad en el estilo, algo que le hace excepcional. El edifico se constituye en un recinto fortificado que contiene un palacio musulmán elaborado con materiales pobres y estructuras frágiles con falsos arcos decorativos y pantallas sucesivas que componen ligeros pabellones que no soportarían los pisos que, con el tiempo, se fueron situando encima, en los siglos XIV y XV se cerraron las arquerías y se levantaron soportes para sostener el piso superior que se creaba con el palacio cristiano y se reforzaron la muralla y las torres. En el siglo XVI se construyo una fortificación en el perímetro exterior del palacio, se elvaron unos casetones, se limpió el foso y se adosaron cobertizos al muro viejo; en el siglo siguiense te amplió la alineación exterior, por esto hubo que aumentar en un tramo las tres naves de la iglesia de San Martín al igual que se colocaba un muro en la cara norte de la torre del Homenaje o Trovador, era una obra cuartelaria aunque carecía de condiciones militares que la salvaron en 1808 porque, por la debilidad que tenía, el ejército francés decidió no derribarla al no creerla peligrosa para tomarla, pero si la bombardearon. Llegados al siglo XIX se dieron nuevos proyectos con la construcción de torreones de estilo neogótico, redistribuciones internas, terraplenado definitivo del foso y proyección al exterior (algo que se hacía por primera vez). En el siglo XX comenzó, para la Aljafería, siguiendo utilizándose sus estancias para diversas funciones y creando dependencias que alteraban el alzado inicial del palacio.
En el siglo XX el proceso de restauraciones que ha sufrido la Aljafería fue, en una primera fase dirigida por Francisco Íñiguez en la zona monumental que logró la reconstitución del palacio musulmán al influir en los lados norte y este de la muralla, en la torre del Homenaje, en la iglesia de San Martín, en el palacio de los Reyes Católicos, en el patio de Santa Isabel y en el palacio medieval, destacando la labor de exploración en todo el ámbito del monumento; con esto se permitió la recuperación histórico-artística de la Aljafería islámica (según el criterio del restaurador que tuvo honradez profesional y cariño y respeto al monumento y a lo que este significaba), el trabajo fue intenso y necesario para conocer el palacio y esos resultados fueron publicados en 1962 (un hecho que inició los estudios científicos sobre el palacio y que llevará al esperado Centro de Estudios de la Aljafería). El arquitecto Ángel Peropadre realizó el vaciado del foso, que aumentó la monumentalidad del conjunto y la recuperó del aislamiento que había sufrido en los dos siglos anteriores por su uso militar. Los arquitectos Franco y Pemán combinaron restauración y rehabilitación al recuperar zonas monumentales y darles diversas funciones (como la capilla de San Martín que, durante un tiempo, fue biblioteca o los palacios árabe, cristiano y la torre del Homenaje que se utilizan en actos solemnes). En la segunda mitad del siglo XX ha habido diversas intervenciones para recuperar las manifestaciones arquitectónicas y artísticas que representan un momento histórico (de casi 1000 años) que ha sufrido este monumento que se ha convertido en un muestrario de estilos que hace difícil la elección de un criterio restaurador. En la actualidad, se han establecido en el la sede de las Cortes de Aragón y se han finalizado las obras de restauración.
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